El otro día ocurrió un suceso especialmente efectista de esos que sacuden con fuerza a esta, nuestra sociedad. Un desequilibrado entra en una iglesia armado con una pistola y bum, bum, se carga a una mujer embarazada, hiere a otra y posteriormente satisfecho con su hazaña se pega un tiro. Si hay una cosa que no entiendo en este tipo de conductas es porque el asesino no decide alterar el orden de los factores -y de paso alterar el producto- y descerrajarse el tiro él el primerito de todos. Tan importante es estar como no molestar, que dicen por ahí. Lo otro que se me escapa es que, ya puestos a buscar llamar la atención, o desahogarse contra esta sociedad enferma carente de valores que le ha llevado a la desesperación etc., porque no considerar mejor opción acercarse al Parlamento pertrechado con armas de mayor calibre y mucha munición y así por lo menos tratar de encontrar su fin de una forma muchísimo más útil para todos los demócratas. En cualquier caso, de escopetas, políticos e iniciativa ciuadana ya hablaremos más adelante en otras entradas, porque lo que venía hoy a comentar tiene que ver con la inquietante portada que dedicó el diario ABC a este suceso, y que llamaré por razones obvias: Milagro en Madrid.

¿Milagro? ¿Dónde? Bueno, supongo que si estáis minimamente informados conoceréis el otro detalle de la noticia que yo adrede he decidido pasar por alto: a la mujer embarazada se le practicó hábilmente una cesárea en la misma iglesia y se logró rescatar con vida al feto, en lo que se ha denominado una milagrosa intervención por parte de los paramédicos que lograron salvarle.
La portada en sí, es a partes iguales conmovedora y estremecedora. Ese primer plano del interior de la iglesia. Los barrotes desenfocados y las siluetas oscuras, meras sombras, observando a los sanitarios -esto solo lo intuimos- realizando la complicada extracción del bebé. Y elevándose sobre esta escena tenemos la imagen del Cristo crucificado, magmánimo él, tallado en alabastro, observando y suponemos que interviniendo decisivamente desde su posición en el éxito de la operación. El titular se encarga de despejar las dudas: Milagro en Madrid.
Impactante, sin duda. ¿Acertada? Supongo que algunos esperamos que las fuerzas celestiales -desconozco quien se encarga de las intervenciones de este tipo; si la paloma, el Padre o el Hijo- hubieran decidido aparecer transfiguradas en Ángel Vengador o similar; alas brillantes, espada de fuego y cabellera aúrea al viento, y que en el mismo momento que el tipo entra a "su casa" a llevar a cabo sus macabras intenciones hubiera descendido entre luces doradas y cantos gregorianos para desarmar al individuo y evitar la muerte de dos miembros de su querido rebaño. Es lo mínimo, ya puestos a hacer milagros ¿no? En cualquier caso no seré yo quien decida sobre asuntos que se escapan al conocimiento de los mortales.
Por cierto, el niño falleció ayer, tras cuatro días debatiéndose entre la vida y la muerte. Evidentemente, ABC no dedicó ningún espacio a este hecho en su portada. Descanse en Paz, el pequeño Álvaro.
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