lunes, 21 de noviembre de 2011

Standby



Bueno amigos, como dije en su día este blog nacía como elemento contrapuesto al tremendo aburrimiento y desocupación absoluta que reinaba en mi vida. Pues bien, ese estado ha cambiado y ahora mismo no tengo tiempo para nada, pluriempleado en jornada matinal y vespertina, finiquitando la carrera, planeando el asalto al mundo, etc.
Así pues, se me hace imposible hacer la entrada semanal que más o menos pretendía cuando di vida al proyecto, por lo que me veo en la obligación de darle al "pause" hasta que vengan tiempos peores. Porque de momento, el tiempo libre que dispongo los fines de semana prefiero dilapidarlo en aficiones menos loables que el escribir, como son el ron barato y las malas mujeres.

Gracias a todos los que pasasteis por el chiringuito, prometo que volveremos.

P.D: Sigo escribiendo como redactor de tecnología en El Referente. Eso sí, bastante más formal y neutral que en este cortijo.

martes, 8 de noviembre de 2011

Cuando se escucha el silencio

Hace unos días volví a tragarme entero el especial de Informe Robinson sobre el pasado Mundial de Sudáfrica, todo un monumento al reportaje deportivo. Y pese al tiempo transcurrido desde aquellos eufóricos días de verano -ya más de un año- siguió poniéndome la piel de gallina como la primera vez que lo vi. De hecho, quizás por esto mismo, lo valoré y diseccioné más, apreciando algunos pasajes que tenía por olvidados. En conjunto es un brutal cóctel de emociones, sentimientos y recuerdos, pero si hay un momento donde el programa alcanza el clímax, donde se eleva hasta el éxtasis, es por supuesto en El Gol.

Es curioso como una persona de pocas palabras como Don Andrés de Nuestra Vida, habitualmente instalado en la más absoluta timidez, define con semejante lirismo el momento en que le pega a la bola y nos hace tocar el cielo. “Es difícil escuchar el silencio, pero yo en ese momento escuché el silencio y sabía que ese balón iba dentro”. Nadie discutirá el alma de poeta dentro del campo que tiene Iniesta, pero en ese instante de inspiración también la tuvo fuera de el. Tal vez los momentos mágicos atraen a las musas, no importa el donde ni el cómo.

Empecé a pensar a raíz de este precioso verso, y caí en la cuenta que hay goles que se marcan exactamente así, en silencio. El marco no solo se reduce a un gol decisivo, a un crono implacable que llega a su fin, a un remate imposible o a un marcador adverso que te quita la vida. Aparte de todo estos ingredientes, creo que lo que ilustra estos goles es su ejecución plástica, esa incertidumbre que flota durante milésimas. Los elementos varían: un control un poco demasiado largo, un centro que no acaba de caer, una balón que entra llorando. Es en esos momentos cuando casi imperceptiblemente el tiempo parece detenerse y la imagen pasa del frenesí a los 60 fotogramas por segundo. Percibimos al jugador como un duelista que contiene la respiración justo antes de asestar el golpe mortal a su adversario.

En mi memoria, recuerdo los casi tres segundos eternos que tarda el balonazo de Roberto Carlos en caer del cielo de Glasgow y a Zidane flexionando las rodillas solo un instante antes de dar el zarpazo a la escuadra. Otra acción de mis favoritas como aficionado al fútbol, es ese titán de Rivaldo propulsando con el pecho el esférico un metro y medio hacia arriba para ejecutar la suerte más preciosa de todas, la chilena, ajustándola de manera imposible al alcance de Cañizares y clasificando a su equipo para la Champions en el último suspiro. O como no acordarse de Guardiola enredándose con el balón, para colgarla de manera infinita al gigantón de Ismael Urzaiz y la dejada para que la bota blanca de Alfonso relampaguee y nos meta en cuartos de la Eurocopa, cuando “La Roja” aun moraba en las tinieblas y además de contra once jugábamos contra nuestros fantasmas.

Por supuesto que hay cientos de goles míticos y cargados de significado que podrían asemejarse a los que menciono, como Solskjaer en el Camp Nou, coronando la remontada en la final de Copa de Europa ante el Bayern de Munich, o también en otro tipo de guerras, a Coro del Espanyol marcando en la última jugada y salvando a su equipo del drama del descenso. Quizás mi percepción es equivocada, pero a estos goles les atribuyo una estética en la ejecución diferente, con un componente más irracional, lejos de la frialdad cínica que como decía Andrés, te permite escuchar el silencio. En cualquier caso la mayoría de futbolistas –por no decir de mortales- jamás llegan a experimentar nada parecido a esto. Por supuesto que no me quejo, pero yo solo escuché gritos.


martes, 25 de octubre de 2011

Carne Cruda

¿Habéis visto morir a alguien? “NO” responderéis muchos sin vacilación. Pues es mentira. Sin ir más lejos, habéis visto morir tres personas la última semana. Una vez tras otra, habéis presenciado el tránsito de lo que podemos llamar “vida” a lo que llamamos “muerte”. A priori, nada tenían en común estas tres existencias: el implacable dictador, Muamar el Gadafi; la niña china, pequeña y anónima, o el triunfador y joven motorista, Marco Simoncelli. El caso es que los visteis vivos, cuando aun respiraban y se movían. Gadafi, zarandeado por una turba hambrienta de carne y sedienta de sangre, pidiendo clemencia. La niña de tres años cruzando con paso vacilante la calle antes de ser arrollada por la furgoneta blanca cuyo infame conductor no se detiene. O el intrépido Simoncelli, perdiendo el control de su Honda y cayendo a los pies –a las ruedas- de sus compañeros en el Gran Premio de Malasia. Después para todos ellos, oscuridad. Un cadáver ensangrentado y semidesnudo, un cuerpo inerte en manos de una mujer, como un muñeco roto, un piloto sin casco bocabajo sobre el asfalto.

Pero hay algo más en común entre estas tres historias, y esto no es otra cosa que una muda cámara siendo testigo de sus trágicos finales. El resultado es el mismo, no importa si estamos ante las trémulas y confusas imágenes de un teléfono móvil entre la vorágine de gritos y golpes, una silenciosa cámara de vigilancia en una calle cualquiera de una ciudad cualquiera de la enorme China, o si estamos ante una cámara grabando a máxima definición para las televisiones de todo el mundo. Este quizás pequeño detalle que podría aparecer como secundario, es precisamente lo que sobredimensiona el fallecimiento de nuestros tres personajes y lo que les ha llevado a morir una y otra vez delante de nuestros ojos durante estos días, repitiendo las imágenes en televisión e Internet hasta la extenuación.

¿Realmente pensáis que la caída de Gadafi hubiera tenido tan intensa presencia en todos los medios de no mediar las brutales imágenes de su captura y posterior linchamiento? O, ¿estaríamos todos tan “absolutamente consternados” con la muerte de SuperSic si en lugar de en el circuito de Sepang y ante millones de espectadores se hubiera roto la crisma contra el guardarrail de una carretera secundaria de su Rímini natal? El caso más ofensivo es el de pequeña Yang Wue, porque ¿desde cuando se le da cobertura al fallecimiento de un niño/mujer/varón en la lejana China desde nuestra querida prensa occidental?

Hagamos un ejercicio de imaginación, un experimento mediático. En la realidad paralela A, el abajo firmante –o sea yo- se encuentra intentando ponerse a salvo de una violenta tormenta cuando de repente caigo fulminado al ser alcanzado por un rayo, falleciendo en el acto. No pasaríamos de una breve reseña en la prensa escrita, quizás algo más de información si se trata de prensa local. Realidad paralela B: un hombre se encuentra tomando imágenes de una espectacular tormenta desde su casa, cuando derepente aparece en plano un apuesto joven –yo, una vez más- que súbitamente es alcanzado por un rayo, todo enmarcado en la pertinente detonación de luz y sonido, así como por las exclamaciones de sorpresa del videoaficionado. Exacto, habéis acertado.

A menudo se nos llena la boca a esta nuestra sociedad valorando los tiempos que vivimos y hablamos de superioridad moral, de cómo hemos avanzado. Asistimos perplejos a historias pasadas que hablan de sangrientos espectáculos hace siglos, de procesos inquisitoriales que acababan en multitudinarias hogueras en la plaza del pueblo o de revoluciones donde se decapitan monarcas mientras la gente aplaude con arrebato y pensamos en como podían tener ese ansia de vísceras, como se podía caer tan bajo, porque esta claro que nosotros nunca seremos una jauría ávida de sangre, nunca nos dejaremos arrastrar al morbo de presenciar esas cosas, muertes y desgracias en directo. Y ya ven, la realidad puede llegar a ser completamente distinta con que nos paremos a analizarla fríamente solo un poco. A veces pienso que la única diferencia con hace 2000 años es que ahora teclearíamos en Youtube “Crucifixión Jesucristo Viernes” por no acercarnos caminando hasta el Gólgota.

Hoy es de esos días que rebajaría el rating de confianza en la especie humana.


domingo, 9 de octubre de 2011

Canciones, diamantes y sorprendentes coincidencias

Hoy me ha ocurrido una cosa muy extraña. Es una historia de esas de azar y casualidades que nunca dejan de sorprendernos. Por un momento incluso me he sentido observado, como la víctima de una cámara oculta y he pensado que en algún lugar posiblemente había un duende o algún ente entre místico y cachondo descojonándose de risa.

Empecemos por el principio. Llevo no mucho tiempo descubriendo al cantautor Quique González. Imagino que él y su música llevaban mucho tiempo por ahí, pero no ha sido hasta hace escasos días cuando he empezado a interesarme por el artista y escuchar sus canciones. Supongo que ya sabéis como se desarrollan estas cosas; te gusta una canción, la oyes una y otra vez hasta que la quemas, pasas a otra por puro azar -o más bien por lo llamativo del título- y vuelta a empezar. La canción que actualmente no deja de sonar en mis dispositivos de reproducción y por ende en mi cabeza es una baladita muy bonita -y muy triste por cierto- llamada Algo me aleja de ti, uno de esos temas para días nublados. Pues bien, me encontraba ayer en el metro escuchando mi música pese a los intentos de un par de críos de imponerme su guayoneo desde un potente móvil, cuando empezó a sonar la susodicha canción. Dentro de la música, tengo una debilidad especial por las letras, así como la retorcida costumbre de intentar interpretar de que habla la canción y que historia me cuenta. En el caso de esta, el estribillo versa lo siguiente:

La orquesta tocaba Moon River
y el viento dejo de mentir
creo recordar que entonces dijiste
algo me aleja de ti.

Recuerdo nitidamente que me obligué a realizar un apunte mental de que tenía que buscar que canción era Moon River porque no tenía la menor idea, y oye, me interesaba saber que era lo que sonaba de fondo cuando la chica esta -supongo que sería chica- mandaba a paseo tan sutilmente al pobre de Quique. Desconozco si tuvo algo que ver la ingente cantidad de Ron Almirante que consumí después, pero el caso es que el apunte se debió traspapelar mentalmente y con él todo mi proyecto de la musical investigación.
Lo más probable es que mi súbita curiosidad hubiera pasado al cielo donde moran todas mis cosas por hacer que nunca hice ni haré, pero la realidad es que muy de vez en cuando al caprichoso azar le da por no dejar cabos sueltos. El caso es que hoy me encontraba cenando y viendo las noticias con más bien poco interés cuando han empezado a hablar de la película Desayuno con Diamantes (Breakfast at Tiffany's) a propósito de que se cumplen 50 años del estreno del célebre filme. Ni que decir tiene que yo nunca he visto la película y ni siquiera se de que trata, unicamente sospechaba que si eres chica y dices que es de tus preferidas da como un caché así muy fash. En un momento dado de la noticia han hecho referencia a una de "las escenas más famosas de la historia del cine" y esta no era otra que la de la guapísima Audrey Hepburn interpretando una canción en la ventana de su apartamento, mientras es observada por el protagonista, George Peppard, más conocido por Ánibal del Equipo A y sus planes que siempre salían bien.

A estas alturas seguro que yo lo habéis adivinado. Efectivamente, la canción que canta no es otra que mi escurridiza Moon River, y como curiosidad decir que fue escrita expresamente para la actriz además de ser galardonada con el Óscar a la Mejor Canción y Banda Sonora aquel año.


De esta sorprendente manera obtuve la respuesta a una pregunta que no había formulado y de la forma más inesperada posible. Con cosas como esta, es imposible que de vez en cuando no se te dibuje una complice sonrisa.

viernes, 7 de octubre de 2011

¿Prohibido beber en las calles de Madrid?

(Esto es un mini-reportaje que hice hace un año o más para una clase de la Universidad, pero visto lo que veo cada finde semana por la zona, creo que esta totalmente de actualidad.)

Plaza de España, pleno centro de Madrid. Casi medianoche. El lugar empieza a recibir un goteo incesante de grupos de jóvenes que van ocupando posiciones por toda la plaza. Los más afortunados ocupan los bancos, mientras que otros forman en corrillo de pie y algunos directamente toman asiento en el frío suelo. Su aspecto es de lo más variopinto, desde los looks más rockeros a los más discotequeros, pero todos con el denominador común de ir pertrechados con bolsas de plástico. Una hora después, la plaza esta totalmente tomada por un gentío que armado con sus vasos desechables hace descender a buen ritmo el nivel de sus botellas de alcohol.

Pese a que desde 2002 está prohibido consumir bebidas alcohólicas en la vía pública con sanciones que pueden llegar hasta los 300 euros o la obligación a acudir a charlas informativas, la realidad es que cada fin de semana se repite la escena arriba descrita por toda la capital. La costumbre del botellón esta tan interiorizada para nuestros jóvenes que pocos conciben un fin de semana sin el ritual previo de beber en la calle; y lo peor, no parece que les preocupe las sanciones a las que puedan verse sometidos. Lo más llamativo es que parece que la misma autoridad se ha contagiado de esta percepción, y lo que durante los primeros tiempos de entrada en vigor de la ley se convirtió en una autentica “caza al botellón” ahora se observa con absoluta naturalidad y solo en contadas ocasiones podemos presenciar que las autoridades entren en acción contra los numerosos infractores.

Impunidad
La sensación que embarga a los jóvenes es la de sentirse inmunes a ser castigados. “A mi me han multado un par de veces, pero nunca ha llegado nada a mi casa” asegura Marcos, estudiante de 20 años. Su compañero Toño parece que no ha tenido tanta suerte, pero aun así se lo toma con sorna “yo si fui a la charla esa, pero vamos que es de coña, la liaba la banda más que nada”. En cualquier caso, observamos que ya han pasado varias patrullas de policía local por los alrededores pero parecen ignorar lo que esta sucediendo. Al preguntar a otro grupo de chicas, la respuesta es clara: “vienen a veces pero más que nada para dispersar a la gente, no pueden multar a todos”. Así pues, todo continúa con la normalidad de una tarde en el parque.

Solo queda suciedad
Avanza la noche y poco a poco la gente se va marchando hacia sus diversos destinos, muchos se dirigen al metro o paran taxis, lo que nos hace concluir que si se encontraban ahí era más por la posibilidad de hacer botellón que por cercanía con el lugar al que finalmente van a salir. Pocos, por no decir ninguno, se molestan siquiera en recoger los desperdicios que ha dejado su contubernio. A las 3,45 de la mañana, ya solo quedan algunos grupos rezagados apurando las últimas copas entre los cientos de restos de plásticos, cristales e incluso vómitos que cubren el suelo de uno de los lugares más emblemáticos de Madrid. Todos ellos han conseguido su objetivo de realizar un botellón más con éxito.

Mañana temprano, mientras los responsables estén durmiendo o aun de vuelta a sus casas, los empleados de limpieza tendrán que emplearse a fondo para dejar la Plaza de España pulcra para los niños, vecinos y turistas que quieren hacer su uso respectivo de ella durante el día.

jueves, 6 de octubre de 2011

Nos deja Steve Jobs, el hombre de la manzana

Muchas veces no somos conscientes de como cambian los tiempos y como varía la forma en que la información llega a nosotros. Me ha pasado ya dos veces en los últimos meses, y la secuencia más o menos ha sido la misma. Me encuentro trasteando por las redes sociales, cuando de repente un estado se actualiza con la siguiente estructura "Ha muerto _____! descanse en paz." Acto seguido pienso... ¿¿qué?? y mis dedos vuelan sobre el teclado para confirmar lo que acabo de leer. En segundos estoy en la pestaña de Google correspondiente a la sección Noticias y lo más rápido posible introduzco el nombre del presunto difunto en el cajetín mientras espero que los periódicos de medio mundo confirmen la sentencia. En aquel primer caso fue Amy Winehouse quién nos dejaba. Aunque parezca irónico, por esperado me resultó más impactante, como la certificación de unas oposiciones a pronto final que llevaba preparándose hace tiempo. Eso fue hace ya unos meses y hoy se ha repetido con otra persona.
Esta historia viene al caso de la muerte de Steve Jobs, de la que me he enterado hace escasos minutos. El cofundador de Apple ha fallecido tras una enfermedad que le llevaba mermando ya algún tiempo, justo el mismo día en que se presentaba el esperado iPhone 5, hermano mayor de quizás la mas grande de sus creaciones, el teléfono móvil de Apple (que al final se ha quedado en cuatro y pico, pero esto ya es otra historia). Precisamente hoy al ver las imágenes de la presentación, echaba de menos al bueno de Steve con su barba cana, el terminal en la mano y sus explicaciones de predicador, enmarcado todo por esa pantalla inmensa negra detrás, en una estampa ya casi familiar.
La verdad sea dicha, no soy un fan acérrimo de Apple de los que tanto abundan y su muerte no me llena de pesar más que la de cualquier otra celebridad a la que poco o nada me une. Pero no he podido evitar recordar su famosísimo discurso en la Universidad de Stanford. Han pasado ya años desde lo que vi, y aun me acuerdo lo mucho que me impactó, la sensación que me dejó y la positividad que me trasmitió ese hombre. Una verdadera Historia de Vida, con todas las letras. Solo por eso te dedico esta entrada. Hasta siempre, amigo.

Y una cosa más, algo que me ha dejado una extraña sensación. Minutos después de la noticia, en su artículo de la Wikipedia ya venía actualizada la fecha de su muerte. A veces no somos nadie.



martes, 4 de octubre de 2011

Un milagro cualquiera

El otro día ocurrió un suceso especialmente efectista de esos que sacuden con fuerza a esta, nuestra sociedad. Un desequilibrado entra en una iglesia armado con una pistola y bum, bum, se carga a una mujer embarazada, hiere a otra y posteriormente satisfecho con su hazaña se pega un tiro. Si hay una cosa que no entiendo en este tipo de conductas es porque el asesino no decide alterar el orden de los factores -y de paso alterar el producto- y descerrajarse el tiro él el primerito de todos. Tan importante es estar como no molestar, que dicen por ahí. Lo otro que se me escapa es que, ya puestos a buscar llamar la atención, o desahogarse contra esta sociedad enferma carente de valores que le ha llevado a la desesperación etc., porque no considerar mejor opción acercarse al Parlamento pertrechado con armas de mayor calibre y mucha munición y así por lo menos tratar de encontrar su fin de una forma muchísimo más útil para todos los demócratas. En cualquier caso, de escopetas, políticos e iniciativa ciuadana ya hablaremos más adelante en otras entradas, porque lo que venía hoy a comentar tiene que ver con la inquietante portada que dedicó el diario ABC a este suceso, y que llamaré por razones obvias: Milagro en Madrid.


¿Milagro? ¿Dónde? Bueno, supongo que si estáis minimamente informados conoceréis el otro detalle de la noticia que yo adrede he decidido pasar por alto: a la mujer embarazada se le practicó hábilmente una cesárea en la misma iglesia y se logró rescatar con vida al feto, en lo que se ha denominado una milagrosa intervención por parte de los paramédicos que lograron salvarle.
La portada en sí, es a partes iguales conmovedora y estremecedora. Ese primer plano del interior de la iglesia. Los barrotes desenfocados y las siluetas oscuras, meras sombras, observando a los sanitarios -esto solo lo intuimos- realizando la complicada extracción del bebé. Y elevándose sobre esta escena tenemos la imagen del Cristo crucificado, magmánimo él, tallado en alabastro, observando y suponemos que interviniendo decisivamente desde su posición en el éxito de la operación. El titular se encarga de despejar las dudas: Milagro en Madrid.
Impactante, sin duda. ¿Acertada? Supongo que algunos esperamos que las fuerzas celestiales -desconozco quien se encarga de las intervenciones de este tipo; si la paloma, el Padre o el Hijo- hubieran decidido aparecer transfiguradas en Ángel Vengador o similar; alas brillantes, espada de fuego y cabellera aúrea al viento, y que en el mismo momento que el tipo entra a "su casa" a llevar a cabo sus macabras intenciones hubiera descendido entre luces doradas y cantos gregorianos para desarmar al individuo y evitar la muerte de dos miembros de su querido rebaño. Es lo mínimo, ya puestos a hacer milagros ¿no? En cualquier caso no seré yo quien decida sobre asuntos que se escapan al conocimiento de los mortales.

Por cierto, el niño falleció ayer, tras cuatro días debatiéndose entre la vida y la muerte. Evidentemente, ABC no dedicó ningún espacio a este hecho en su portada. Descanse en Paz, el pequeño Álvaro.

lunes, 3 de octubre de 2011

Ha sido... blog

Tiempo libre. Mucho. Demasiado y totalmente excesivo. Yo que me he pasado casi toda mi vida intentando hacer lo menos posible, me encuentro por primera vez ante el impetuoso deseo de hacer algo de provecho. Quizás sea la crisis, que remueve conciencias y agita corazones, o la necesidad de desahogarme y dar rienda suelta a mis demonios. El caso es que, aquí estamos dándole a la tecla en la que será la primera entrada de esta criatura recién traída al mundo (ciber) y a la cual deseo como progenitor una larga y agitada vida. Ya veremos si llega al “Ha dicho papá”.